Magnesio (II): Hipomagnesemia, deficiencia sistémica de magnesio y beneficios del magnesio.

Hipomagnesemia

En el primer artículo sobre el magnesio te contamos qué es, para qué sirve, dónde podemos encontrarlo y cuáles son los requerimientos diarios y por qué es frecuente la deficiencia/déficit de magnesio en la población general.

En este artículo nos ocuparemos de explicar las diferencias entre hipomagnesemia y deficiencia sistémica de magnesio, qué signos y síntomas se relacionan con ambas y qué beneficios nos aporta el magnesio.

Hipomagnesemia y deficiencia sistémica de magnesio

Es importante diferenciar ambos problemas, ya que tanto las implicaciones como el manejo son diferentes, y así como la hipomagnesemia es relativamente fácil de detectar, no ocurre lo mismo con la deficiencia sistémica de magnesio.

Tenemos alrededor de 24-29 g de magnesio en el organismo, aproximadamente 2/3 se encuentran en huesos y dientes, 1/3 a nivel intracelular y alrededor del 1% es extracelular.

Los niveles de magnesio en sangre se mantienen habitualmente entre 0,75 y 1.1 mmol/l (1.8 a 2.6 mg/dl), con ligeras variaciones entre laboratorios; Para ello, debe existir un equilibrio entre la ingesta, absorción a nivel intestinal, excreción renal y utilización en diferentes órganos y sistemas.

Hablamos de Hipomagnesemia cuando se detecta un nivel de magnesio en sangre inferior 0,75 mmol/L (1.8 mg/dL), pero como comentábamos, la mayor parte del magnesio del organismo se localiza a nivel intracelular y sólo un 1% del magnesio es extracelular, de modo que la determinación de magnesio en sangre no refleja adecuadamente los niveles intracelulares, lo que implica que puede existir una deficiencia de magnesio intracelular no detectable con las pruebas habituales, es en ese caso cuando hablamos de deficiencia sistémica de magnesio.

Así, es posible tener un magnesio en sangre dentro de límites normales con valores intracelulares deficitarios, y dado que no existe una prueba objetiva de esta deficiencia, es importante sospecharla, ya que por un lado esta deficiencia puede tener consecuencias adversas, y por otro lado, si se mantiene en el tiempo existe la posibilidad de que termine por aparecer una hipomagnesemia, situación potencialmente grave.

La forma de sospecharla es mediante la realización de una adecuada y completa historia clínica (síntomas, signos, antecedentes etc), y la observación de datos de laboratorio: hay estudios que indican que para que no haya déficit corporal de magnesio éste debería está por encima de 0.9 mmol/L (2.19 mg/dl), o al menos 0.85 mmol/L (2.07 mg/dL) según autores. 

¿Qué factores predisponen/favorecen la deficiencia de magnesio?

La primera y fundamental es la ingesta diaria inferior a los requerimientos, lo que ocurre con mayor facilidad en situaciones en las que los requerimientos diarios están incrementados, como el embarazo, el envejecimiento o la actividad física intensa.

Así, un estudio publicado en 2005 mostró que aproximadamente el 68% de los adultos estadounidenses tienen un consumo diario menor del recomendado, el 45% tiene un consumo menor que el 75% de lo recomendado y un 19% menos del 50% de lo recomendado.

Y según el estudio ANIBES realizado en España, entre el 76% y el 79% de la población participante reporta ingestas de magnesio inferiores al 80% de las recomendaciones de ingesta diaria.

Además, hay otras muchas enfermedades y circunstancias que predisponen a la deficiencia sistémica de magnesio y a la hipomagnesemia:

  • Trastornos gastrointestinales y síndromes de malabsorción como la enfermedad celíaca, la Enfermedad inflamatoria intestinal u otras, tanto por falta de absorción de nutrientes, como de secreción de los mismos por parte del intestino o por pérdidas gastrointestinales (vómitos persistentes o diarrea crónica)
  • Consumo de medicamentos como los diuréticos, algunos antibióticos, inhibidores de la bomba de protones (como el omeprazol), digoxina, algunos quimioterápicos e inmunosupresores.
  • Enfermedades endocrinas como la Insuficiencia suprarrenal, hiperaldosteronismo, hiperparatiroidismo, hipotiroidismo o diabetes mellitus.
  • Pérdidas renales de magnesio (como las que ocurren en la insuficiencia renal crónica, el síndrome de Bartter, la necrosis tubular aguda en su fase diurética o en el trasplante de riñón)
  • Insuficiencia de selenio,  vitamina D y/o vitamina B6.
  • Consumo elevado de zinc, calcio, oxalatos, fibra y proteínas.
  • Alcoholismo (debido a malnutrición y diarrea crónicas, al daño hepático y al déficit de tiamina, además de una tendencia a la cetoacidosis)
  • Cáncer.
  • Insuficiencia cardíaca.
  • Acidosis (por cualquier causa)
  • Preeclampsia y eclampsia.
  • Succión nasogástrica.
  • Alimentación parenteral prolongada.
  • Infarto agudo de miocardio: Casi el 80 % de pacientes presentan hipomagnesemia en las 48 horas posteriores al infarto.
  • Pancreatitis aguda.
  • Síndromes de Gitelman/Bartter.
  • Transfusiones masivas.
  • Postoperatorios en general y de paratiroidectomía en particular.
  • Disbiosis.
  • Otros.

¿Qué signos y/o síntomas deben hacernos sospechar una deficiencia de magnesio?

Dependerá de la gravedad del déficit y de cuánto tiempo lleve de evolución, inicialmente los síntomas pueden ser inespecíficos: cansancio/fatiga, estreñimiento, calambres musculares, hormigueos en extremidades, ansiedad, insomnio, distimia, irritabilidad, menor apetito, dolor de cabeza, mareo, debilidad muscular, dolor muscular y/o articular, tinnitus y acúfenos, problemas de memoria y concentración…

Si la deficiencia se mantiene y llega a aparecer hipomagnesemia, los signos y síntomas serán más evidentes (y graves): náuseas, apatía, confusión, espasmos, temblores, fasciculaciones musculares, disminución de reflejos, alteraciones cardiovasculares, arritmias, taquicardia, contracción muscular continua, entumecimiento, delirio, alucinaciones…

¿Qué beneficios aporta el magnesio?

Ya comentamos en el primer artículo sobre el magnesio, que este “súper” mineral participa en más de 600 reacciones químicas, siendo esencial para la transferencia, almacenamiento y utilización de la energía como regulador, y catalizador de más de 300 sistemas enzimáticos.

Y son conocidos sus efectos beneficiosos sobre la inmunidad, la inflamación, el estrés oxidativo, la salud cardiovascular, infecciones, resistencia a la insulina, manejo del estrés,  neuroinflamación, neurodegeneración, migrañas, salud ósea etc

Suplementación con magnesio, ¿sí o no?

Como siempre, la respuesta es depende: si existe una hipomagnesemia, por supuesto, si hay datos de sospecha de deficiencia sistémica de magnesio y/o circunstancias predisponentes a padecerla, es muy aconsejable, y si una persona está sana y consume suficiente magnesio a través de la dieta, posiblemente no sea necesaria la toma de un suplemento (aunque hoy día es difícil); Lo ideal, como siempre insistimos, es que un médico o profesional de la nutrición actualizado evalúe las necesidades de la persona.

Aprende más.

En el próximo artículo te hablaremos de los tipos de suplementos de magnesio existentes y cuáles son sus indicaciones.

Recuerda que la primera formación de nuestra membresía, a cargo de Antonio Valenzuela, habla sobre  suplementación efectiva en neuroinflamación, y por supuesto incluye un apartado sobre el magnesio. Además de los contenidos que se liberan cada semana, puedes ver los dos directos grabados de una hora donde Antonio responde a preguntas sobre este tema.

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