¿Qué tal llevas el frío?

Método Wim Hof y la zona de confort

Método Wim Hof

¡Date una ducha fría!

Si te dijeran ahora que te dieras una ducha de agua fría, ¿qué harías? Es muy probable que no te apetezca nada. ¿Qué necesidad hay?

¿Y si te lo dice tu médico? Porque eso es lo que les digo a casi todos mis pacientes desde hace algunos años. A menudo, la respuesta es una risa nerviosa. Quizá no lo recomendaría si no lo hubiera hecho yo misma, comprobando los beneficios en mi propio cuerpo y mente.

Primero les pregunto: “¿Qué tal llevas el frío?”. No tengo hecho el porcentaje exacto de cuántos de mis pacientes llevan fatal el frío, pero de forma aproximada diría que 4 de cada 5 se declaran “frioleros”. Hace poco salió un estudio muy interesante en el que se comentaba que la especie humana ha sufrido un descenso en nuestra temperatura corporal media de medio grado. Vaya, que nos estamos reptilizando de forma progresiva.

Ahora vivimos de una forma muy cómoda (incluso demasiado): el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno hacen que nuestro cuerpo no tenga que enfrentarse al estrés de los cambios de temperatura ambiental. Una de las partes del cuerpo que sufre por esto es la glándula tiroides: precisamente una de sus funciones principales es participar de la termorregulación.

Y ya se sabe, como se dice en la PNI clínica: “If you don’t use it, you lose it” (si no lo usas, lo pierdes). Si nunca exponemos nuestro organismo a los cambios de temperatura del ambiente, nos volvemos menos tolerantes a esos cambios. Una mala termorregulación suele ser indicativo de problemas en la función tiroidea. Sí, aunque en la analítica la TSH la tengas normal, si el frío no te mola, algo no anda bien en la tiroides.

Lo que no mata, fortalece

La hormesis con el frío y el calor es una estrategia excelente para mejorar la capacidad de termorregulación.

En lo que a frío se refiere, soy fan declarada del método Wim Hof y lo recomiendo a mis pacientes. Porque además, es gratis. Bien es cierto que ir al menos a un taller con Luke Wills es muy recomendable. Y digo con Luke Wills porque he ido con él a un taller hace un par de años y a un retiro de fin de semana en febrero de 2020 y es un instructor maravilloso que irradia una energía calmada y fuerte.

También se puede conocer el método con el libro El Poder del Frío, de Wim Hof y Koen de Jong. A mis pacientes les suelo recomendar además explorar la página del método o ver este documental.

El método Wim Hof se basa en la exposición progresiva al frío, tanto con duchas frías, como inmersiones en agua fría, y al aire frío. Esto quiere decir que cuando termines de ducharte, antes de salir, pongas el agua fría a tope y aguantes unos segundos, sin mojar la cabeza ni la nuca. Quiere decir que cuando vayas a la sierra, te metas en una poza. Y que, en invierno, cuando salgas de casa, no te pongas el abrigo antes de salir, sino cuando de verdad sientas frío.

La otra parte del método consiste en una técnica de respiración que mezcla superventilaciones voluntarias con pausas de apnea. Los cambios en el equilibrio de los gases de la sangre hacen que se module el sistema nervioso autónomo. Con muchos ciclos de respiración se llegan a alcanzar estados de meditación muy profundos de forma relativamente sencilla, sobre todo cuando se realizan en grupo y con música.

Además, Wim Hof es un practicante avanzado de yoga e incorpora posiciones y movimientos de esta disciplina en sus enseñanzas.

La ciencia del frío y las respiraciones

Lo impresionante del método es que tiene evidencia científica que demuestra sus beneficios en procesos inflamatorios crónicos. La inflamación crónica está en la base fisiopatológica de las enfermedades crónicas no transmisibles como las patologías autoinmunes, las enfermedades cardiovasculares, trastornos neurodegenerativos o depresión.

Hay múltiples testimonios de personas que con el método Wim Hof han logrado mejorar su asma, reducir sus migrañas, disminuir la medicación que tomaban para un dolor crónico o simplemente, aumentar la energía que tienen para afrontar el día a día y el estrés crónico de la vida moderna. También hay evidencia que demuestra que la exposición al agua fría permite regular el sistema inmunitario y hacer eso que busca mucha gente de “aumentar las defensas”.

Lo bueno del método es que el frío tiene pocas contraindicaciones. Hasta hace pocas décadas, no existía el agua caliente en las casas y mucha gente se bañaba con agua fría. En Finlandia, ir a la sauna para luego nadar en el agua helada del lago o el mar en invierno es una práctica ancestral con múltiples beneficios demostrados. Únicamente en una situación de un hipotiroidismo muy descontrolado puede ser que haya que ser sumamente progresivo y cuidadoso en la aplicación del frío. En las personas con fenómeno de Raynaud o insuficiencia vascular arterial se debe consultar con el médico.

En cuanto a las respiraciones del método, no se recomiendan en casos de epilepsia, hipertensión arterial grave no controlada, embarazadas y niños. Y como dice siempre Wim: “Don’t push”. Se trata de conocer los límites del propio cuerpo. No forzarse más allá de lo que parece prudente. Pero sí salir un poco de la zona de confort, que en el mundo occidental nos enferma. Salir de ella cada día es esa hormesis que nos interesa por sus beneficios para la salud. Es el concepto de Vida Intermitente del que nos habla Leo Pruimboom en la PNI clínica.

Te invito a conocer el método más a fondo – en breve podrás escuchar en nuestro podcast la entrevista a Luke Wills – viendo los vídeos y leyendo el libro. Después, está en tu mano: ¿saldrás de la zona de confort? ¿Aplicarás algo que es gratis para mejorar tu salud? ¿Se lo contarás a otros? Infórmate, actúa y disfruta de los beneficios de algo tan simple como pasar un poco de frío.

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